Las científicas participantes del proyecto Homeward Bound apoyado por ACCIONA, están volcadas en la investigación científica y en dar visibilidad al liderazgo femenino en asuntos de interés social como el cambio climático o el desarrollo sostenible.

Desde La Antártida, donde han podido ver de primera mano los efectos del cambio climático, nos hablan de un grave problema en la actual agenda social; los plásticos de los océanos.

“Como bióloga marina me encuentro con los ecosistemas más vulnerables del mundo. Desde hace un tiempo me he dado cuenta de que existe cierto paralelismo entre los icebergs y el plástico que vemos”, afirma Stephanie Gardner, Investigadora de Postdoctorado de Ciencias del Mar. “Solo vemos el plástico de la superficie que es en torno al 5%. Todavía existe un 95% de plástico en las capas inferiores del océano.”

El plástico es un material que no se degrada de forma natural. Las bolsas tardan más de un siglo en descomponerse totalmente y las botellas de plástico pueden tardar en degradarse hasta 1000 años si permanecen enterradas.

“Este año la ONU declaró la guerra a la contaminación plástica marina porque sabemos que el consumo de plásticos de un solo uso se ha vuelto un problema muy grave”, afirma Carolina García Arbeláez, experta en sostenibilidad. “Anualmente se vierten 8 millones de toneladas de plástico a los océanos y hay proyecciones que demuestran que, si continuamos en esta línea, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar.” 

Esto es, además, un problema de salud pública porque ese plástico que se vierte en el mar se convierte después en micro plásticos que acaban siendo ingeridos por la fauna marina, incluyendo el plancton, los crustáceos y los peces, incorporándose así a la cadena alimentaria hasta llegar a nosotros.

 

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